Líderes: Gente común con determinación extraordinaria

A lo largo de mis años de vida profesional en la apasionante tarea de ayudar a las personas con responsabilidades sobre el logro de objetivos, y a cómo construir equipos altamente efectivos; he podido escuchar a directivos que aún teniendo un verdadero deseo de motivar un gran desempeño en sus equipos, de hacer lo posible para crear un clima de trabajo que favorezca el compromiso, de lograr en sus empleados una lealtad sincera hacia el proyecto que persiguen, de poner todo su empeño y tiempo en desarrollar sus habilidades directivas, de conseguir, en fin, resultados destacados y significativos; no logran alcanzar estos propósitos y a la larga me expresan su desencanto con tanto esfuerzo, e incluso su resentimiento con sus empleados por no comprender todo ese esfuerzo. También he podido escuchar el eterno debate del mejor estilo de dirección que debe de tener un líder,….. que si dependiendo del equipo tiene que ser este…, … que si tiene que ser el otro…, pero al final, y utilizando como ejemplo la que para mí es una de las actividades que más extrapolación permite hacer al mundo de la empresa, el deporte, tenemos ahora mismo en el candelero 3 ejemplos de entrenadores de futbol, que en mayor o menor medida, son considerados por la opinión pública como líderes: Guardiola, Mourinho y Del Bosque. ¿Consideran ustedes que tienen el mismo estilo de dirección? Desde mi perspectiva, como mínimo, hay fuertes diferencias, y sin embargo los tres han conseguido importantes resultados. Por tanto el estilo de dirección, es el comportamiento observable, el modo en que una persona muestra su manera de ejercer la función directiva, pero no es lo que genera que los demás lo vean como líder. El liderazgo proviene más de la coherencia entre el estilo de comportamiento que un directivo muestra y los fundamentos de su carácter. Por ejemplo un directivo puede querer mostrar un estilo de dirección cercana a sus empleados, pero en cuanto alguien comete un error pierde los papeles y llega a faltar al respeto, porque esa es la base de su carácter. Esta duplicidad genera desconfianza y desconfianza es la antítesis del liderazgo. Esta reflexión es importante porque a muchos de los gerentes a los que he aludido antes les he realizado alguna vez esta pregunta. “¿Realmente te están mostrando cómo eres, o estás disfrazando tu carácter? ¿Tú percibes cuando una persona se comporta de forma genuina y cuando no? ¿Qué produce en ti esta percepción. ¿Confianza o desconfianza? ¿Sentimiento de duplicidad o de genuinidad en esa persona? ¿Es posible que estén sintiendo lo mismo tus empleados sobre ti?¿Es posible que esta sea la razón de no conseguir pasar de gestor y no llegar a líder?.

Mi experiencia, y el proceso de coaching ejecutivo que realice en su momento y que recomiendo realizar a todo directivo que desee potenciar su liderazgo, me ha enseñado que es imposible liderar a un equipo si no es posible liderarse a sí mismo . Hay un proverbio chino que nos expresa esto perfectamente. “Antes de intentar cambiar el mundo, da tres vueltas por tu propia casa”. Es como querer empezar a correr sin antes aprender a caminar.

Por tanto el estilo de comportamiento directivo aunque importante es secundario. Es su carácter, mejor dicho su buen carácter, el que otorga el liderazgo a una persona en determinadas circunstancias. Volviendo al ejemplo de los tres personajes deportivos aludidos, podemos encontrar tres aspectos clave que sí son comunes a todos y que para mi suponen las raíces de un buen carácter, de un carácter maduro e independiente y por tanto de su liderazgo. La buena noticia es que, estos aspectos están en todos nosotros en mayor o menor medida, pero a menudo están dormidos, “despistados”, hemos perdido la conciencia de ellos por el ajetreo diario, pero están en la base del comportamiento y de ese estilo de dirección genuino, que muchos intentan representar como en una obra de teatro, hasta que el día a día les hace quitarse la máscara y mostrarse como son. Podríamos decir que lo que somos puede transmitir mucho más de nosotros, que cualquier cosa que digamos o hagamos.

Estos aspectos fundamentales del carácter de un directivo son la responsabilidad, el propósito y la integridad. Hago la siguiente pregunta como modo de ejemplificar cada uno de ellos. ¿Se figuran ustedes que alguien puede ser líder si pierde el control de sus emociones ante las circunstancias diarias, que vive en la comparación constante con los demás, y suele por tanto permanecer a la defensiva, que se centra más en las preocupaciones, en la queja, en sentirse víctima, que en los aspectos sobre los que puede influir? ¿Se figuran igualmente a un líder sin un propósito claro y significativo que de sentido a un equipo, y por el que sea incapaz de mostrar compromiso e ilusión? ¿Pueden pensar finalmente en un líder que no actúe en coherencia con ese propósito, que no sea capaz de mantener sus compromisos no solo con los demás, sino principalmente con el mismo, que cambia como una veleta según sopla el viento de las circunstancias, de los acontecimientos, etc.?.

Sin ninguna duda el líder se hace, algunos parten de un puesto más adelantado que otros, pero al final todo es cuestión de compromiso con estos fundamentos del carácter y con el precio que hay que pagar diariamente para ser coherentes con ellos. Reinventarse es por tanto la gran oportunidad que nos da la posibilidad de que cualquier persona común pueda llegar a mostrar a los demás en las circunstancias que sean necesarias, una determinación extraordinaria que le convierta en líder de personas.

CONTENIDO ADJUNTO

Articulo Javier Mazario

Artículos