Sin una buena comunicación no verbal, el mensaje se evapora al momento

Muchos profesionales españoles están deseosos de superar sus miedos a hablar en público y de aprender a dominar la oratoria para poder expresar sus ideas a través de su voz con seguridad, naturalidad, elocuencia y capacidad de persuasión.

El miedo provoca el estrés y éste, a su vez, impide que la mente funcione con normalidad para poder expresar las ideas. Si la mente genera pensamientos negativos, reaccionaremos negativamente ante el hecho de hablar en público. Por eso, es fundamental controlar nuestra mente y generar en ella pensamientos positivos. Los pensamientos generan emociones, éstas, a su vez, sentimientos. De los sentimientos nacen las actitudes y, de ellas, las decisiones que tomamos. Por eso es tan importante controlar nuestros pensamientos.

La única forma de superar el miedo es enfrentarse a él, por lo que habrá que aprovechar cuantas ocasiones se tengan para practicar; por ejemplo, interviniendo en reuniones de trabajo y preguntando algo en las clases y en las conferencias a las que asistan.

Una vez superado el miedo, al hablar en público en cualquier circunstancia, hay que prepararse muy bien para interiorizar bien el mensaje para expresarlo con la mayor elocuencia y capacidad de persuasión posibles.

Por otra parte, el utilizar presentaciones como el Power Point son un elemento auxiliar del orador, no el protagonista. Por eso, suelo decir que el Power Point es el refugio del mal orador, porque muchos oradores dan la espalda al público y se dedican a leer los textos que se muestran en las pantallas. Pero eso no es dar una charla, una clase o una conferencia. Eso no es comunicar con eficacia. Para hacerlo, el orador debe mirar a su público, integrando a todos en su mensaje a través de su mirada.

Se debe cuidar la comunicación no verbal: la corporal y la paraverbal (cómo salen las palabras por la boca), que son el noventa por ciento de nuestra comunicación oral.  Sin ellas, la comunicación verbal, el mensaje, se evapora en el mismo momento en que se emite, perdiendo su principal objetivo: llegar a las mentes de quienes escuchan para tratar de persuadirles.